Publicidad

Bajo la Luna y las Olas


 

En las tranquilas orillas de la Laguna Madre, donde los pescadores habían establecido su campamento, la noche era testigo de historias que se susurraban entre las sombras. Había una leyenda que flotaba en el aire salado y se contaba con cautela alrededor de las fogatas, cuando la oscuridad envolvía el campamento como un manto.

Cada año, durante la temporada de pesca, los pescadores organizaban un campamento temporal en una playa aislada. En una de esas noches, cuando la luna brillaba en lo alto y el murmullo de las olas competía con el crujir de las fogatas, los pescadores se reunieron para compartir historias.

Don Raúl, un pescador de larga data conocido por su calma y experiencia, tomó la palabra. Contó una historia que se remontaba a generaciones, una historia que algunos afirmaban haber vivido en carne propia.

"En las noches de luna llena, cuando el campamento se adormecía, algunos pescadores afirmaban escuchar una melodía suave flotando sobre el agua. Era una canción que parecía surgir de las profundidades de la laguna, una melodía que tentaba a los soñadores a aventurarse más allá de la orilla".

Cada pescador escuchaba con atención, sabiendo que la leyenda hablaba de sirenas que buscaban compañía humana . Se decía que estas criaturas marinas encantaban a los incautos con sus cantos, llevándolos a las aguas profundas donde nunca regresarían.

La historia continuó con el relato de un anciano pescador que, en una noche de pesca solitaria, fue seducido por la melancolía de la melodía. Desapareció en las oscuras aguas, dejando solo su bote a la deriva. Al día siguiente, encontraron el bote vacío, y desde entonces, los pescadores juraron escuchar la misma canción en las noches tranquilas.

A medida que la historia se desenvolvía, un murmullo inquietante se apoderaba del campamento. Los pescadores intercambiaban miradas nerviosas, y algunos afirmaban oír susurros en la brisa nocturna. La leyenda había cobrado vida en sus imaginaciones, y la frontera entre la realidad y la fantasía se volvía borrosa.

Esa noche, la melodía pareció flotar entre los suspiros de la brisa. El campamento quedó sumido en un silencio tenso. Don Raúl, con una mirada seria, concluyó: "Recordemos que el mar nos da la vida, pero también oculta secretos que no debemos desafiar".




Desde entonces, en cada campamento a orillas de la Laguna Madre, los pescadores compartían esa historia en susurros, mirando con respeto las aguas oscuras que se extendían más allá de la playa iluminada por la luna. La melodía, aunque solo existiera en la leyenda, persistía como un recordatorio de que, incluso en la serenidad de la noche, el mar guardaba misterios que debían ser respetados.

Publicar un comentario

0 Comentarios